Detrás de las cámaras: ‘Cazador blanco, corazón negro’, la incomprendida obra maestra de Clint Eastwood
“Es como siempre te digo, chico, tienes que pelear cuando crees que es lo correcto. (…) Incluso si te dan una paliza, si peleas, te sientes bien” (John Wilson).
Acababa de dar fin a la saga de Harry el Sucio con La lista negra y había roto su relación de catorce años con su esposa Sondra Locke. Estaba metido en una batalla legal con ella, no se sentía con la misma salud que antes y le faltaba muy poco para cumplir los 60. Suficientes hechos como para hacerle reflexionar sobre sí mismo, la edad, los cambios y la fragilidad del ser humano, circunstancias estas que, sin duda, influyeron en su decisión de rodar Cazador blanco, corazón negro, una de sus mejores películas.
Y, también, uno de sus mayores fracasos.
Eastwood buscaba adaptar el libro de igual título de Peter Viertel, en donde se relataban las andanzas del director John Huston durante el caótico rodaje de La Reina de África, el clásico film protagonizado por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn. Allí Viertel pintaba a Huston (bautizado como John Wilson) ególatra, megalómano y caprichoso, obsesionado por dar caza a un elefante durante las semanas de rodaje en el continente africano; y Eastwood adaptó la trama fielmente, tomando el papel protagonista y adaptando los modos de hablar y gestos de Huston para que su interpretación fuera fiel. Y el resultado, pese a las controversias, fue sobresaliente. Así, Eastwood se desprendió de su imagen de duro antihéroe cansado y sombrío para retratar un personaje de luces, sombras y dudas. Aquí sufre durante las peleas (de hecho, las pierde), no puede seducir a las mujeres y ni siquiera sabe disparar. A veces incluso provoca sonrisas al espectador por su torpeza. Aunque esos tonos cómicos no le impidan ver la realidad: la película es el drama de un hombre envejecido y obsesivo que no es capaz de controlarse, como se evidencia en el impactante final de la película.
Cazador blanco, corazón negro se estrenó en 1990 y fue un absoluto desastre en taquilla: recaudó 2.300.000 dólares tras haber supuesto un gasto de 24 millones (la productora de Eastwood los recuperaría ese mismo año gracias al estreno de The Rookie). Quizá, porque todavía el mundo no estaba preparado para que Clint se deshiciera del rol que le había caracterizado.
Luego llegaron Unforgiven y Un mundo perfecto, en donde Eastwood, tras volver a sus viejos roles, desarrollaba muchas de las cuestiones que había introducido en Cazador blanco, corazón negro sobre la soledad, la ética, el paso de los años y las dificultades del mundo real. Por eso se puede entender esta película como el inicio de un cine personal que ya no abandonaría; una obra imprescindible que merece estar entre sus mejores trabajos.