La historia de amor clandestino de Albert Camus y María Casares
María Casares (1922-1996) fue una de las actrices más destacadas de la Francia del siglo XX. Y, también, la amante de Albert Camus (1913-1960). Ambos protagonizaron una historia de amor intensa y clandestina que, desafortunadamente, terminó con la trágica muerte de él. Esta es su historia.
Ella era la hija de Santiago Casares Quiroga, que durante los años de la Segunda República había sido jefe de Gobierno y ministro. Había llegado a Francia después de abandonar su país, con 14 años, por culpa de la guerra, sin saber que aquel exilio iba a ser ya definitivo para su familia. Allí había pasado la adolescencia y había descubierto sus dotes como actriz y aunque al principio muchos le habían asegurado que su acento español la inhabilitaría para algo así, en 1942, con 20 años, debutó en el teatro “Les Mathurins” y silenció a todos. “Mi patria es el teatro y mi país de origen, la España refugiada”, diría, años después, tras convertirse en una de las actrices más importantes de Francia.
En ese mismo año él, Albert Camus, publicaba la primera de sus grandes obras, El extranjero, una de las referentes del movimiento existencialista francés, que tanta importancia iba a tener desde mediados de los años cuarenta en todo el mundo. Estaba casado ya, con Francine Faure, y formaba parte de la Resistencia francesa. Y es que en aquel momento su prioridad era que los suyos ganasen la batalla al nazismo.
Fueron sus gustos comunes, artísticos y políticos, los que motivaron el primer encuentro entre los dos, un 19 de marzo de 1944, en la casa del escritor y poeta Michel Leiris durante una velada en la que estuvieron también Jean Paul Sartre, Simone de Bouvoir, Georges Bataille, Raymond Queneau, Lacan y Marcel Carné. Ella tenía veintiún años y él treinta. Y los dos sintieron una atracción que les llevó a flirtear, cada vez más abiertamente. El 6 de junio de ese año, la misma fecha del desembarco aliado en Normandía, pasaban su primera noche juntos.
Eso estaba, sin embargo, destinado a romperse pronto: cuando a principios de 1945 Camus le anunció que había dejado embarazada a su esposa. Algo demasiado doloroso, seguramente, para María, que decidió poner fin a la relación.
Ambos creyeron que eso iba a ser definitivo, pero el tiempo se encargaría de desdecirles. Cuatro años después los dos se encontraron, de modo casual, en el boulevard Saint-Germain y descubrieron que el amor no se les había apagado. Todo lo contrario: se necesitaban como nunca antes. Y decidieron dar nuevamente vida a su relación clandestina. “Te me apareciste como un último salvavidas –escribiría María al recordar esto- lanzado en medio de una vida que a partir de entonces estaba vacía. Me agarré a él con todas mis fuerzas y voluntariamente cerré los ojos a todo lo que podía poner en peligro esta última esperanza”.
Retrato de María Casares en 1944
Las vidas de los dos, sobre todo la de ella, habían cambiado mucho en esos últimos años. Camus ya se había consagrado como escritor tras la magnífica La peste, una obra repleta de simbolismos en donde, a partir de la historia de una epidemia en Orán reflexionaba sobre el ser humano, el destino, la búsqueda de sentidos y la libertad (años después, en 1957, recibiría el premio Nobel por estas creaciones). Y María estaba iniciando uno de los periodos más dulces de su carrera, que le harían consagrarse como actriz.
Así discurrieron los años, siempre juntos, siempre clandestinos. Con algunos altibajos y, también, algunos amantes. Pero igual, manteniendo intacto lo que cada uno sentía por el otro. Hasta que llegó el fatídico 4 de enero de 1960, cuando el coche en el que Camus viajaba junto a su editor y amigo Michel Gallimard se salió de la carretera en Villeblevin y se estrelló fatalmente contra un árbol. Camus no pudo sobrevivir al accidente. En la última carta que había dirigido a María pocos días atrás, el 30 de diciembre, le había dicho: “Estoy tan contento con la idea de volver a verte que al escribirlo me pongo a reír”. Ella le sobreviviría 36 años, tras soportar el dolor de la pérdida refugiándose en la actuación. En 1980, además, le rindió su peculiar tributo, a través de la autobiografía Residente privilegiada, en donde reveló a todos que el gran escritor y filósofo había sido su gran amor.
En esa misma obra María quiso publicar algunas cartas que él le había escrito, pero su viuda Francine se negó a cedérselas. Así que quedaron dentro de la familia hasta que en 2017 la hija de Camus, Catherine, quiso sacarlas a la luz y publicarlas junto a las de María en el libro Correspondance, en donde se incluyeron 865 de estas misivas. Allí está la radiografía sentimental, extraordinariamente bella, de los 15 años que permanecieron juntos. Y la novela de amor que nunca Camus escribió.