jueves, 21 de noviembre de 2024 00:00h.

La intensa vida de Pearl S. Buck, la cuarta mujer que recibió el premio Nobel de Literatura

En 1938, con solo siete novelas, Pearl S. Buck (1892-1973) se convirtió en la cuarta mujer que logró ganar el premio Nobel de Literatura. Fue hija de misioneros y, por eso, pasó gran parte de su vida en China, el país que inspiró sus obras más importantes. Su biografía fue una sucesión de circunstancias atípicas y extraordinarias: vivió durante la infancia en los límites de la pobreza, sufrió la guerra civil previa a la llegada de Mao Tse-Tung y, tras volver a los Estados Unidos, se convirtió en una de las escritoras más importantes del mundo.

En 1938 se convirtió en la cuarta mujer en recibir el premio Nobel de Literatura. Tres años atrás había obtenido el Pulitzer por la novela La buena tierra, y esto, junto a su adaptación al cine en 1937, le hizo convertirse en una de las novelistas más leídas del mundo. Su épico y rico retrato de la vida campesina en China trajo a occidente el exotismo oriental con el valor añadido de que aquello no venía de la pluma de alguien ajeno a ese mundo. Porque, aunque Pearl S. Buck había nacido en los Estados Unidos, había pasado la mayor parte de su vida en territorio chino. Sus padres, misioneros presbiterianos, se habían trasladado allí para acometer su trabajo evangelizador y atender a los grupos más necesitados. Aunque eso les obligara a estar, como sucedió muchas veces, en el mismo umbral de la pobreza, y pasando por experiencias muy distintas a las de la mayoría de extranjeros blancos, que solían vivir allí de forma mucho más lujosa. Pearl, por ejemplo, solía mencionar una ocasión en que, por falta dinero, tuvo que viajar junto a su familia en un barco por el Yagntsé bajo cubierta y hacinada junto a los pasajeros pobres, que les miraban sorprendidos, pues las personas de raza blanca se instalaban habitualmente en la zona superior de la embarcación, mucho más cómoda y cara.  

En 1917 Pearl se casó con un misionero llamado John Lossing Buck y empezó a adquirir experiencia como escritora. Desde entonces alternó sus viajes a los Estados Unidos con su estancia en China, viviendo en primera línea el proceso de transición del país hacia el comunismo que culminaría años después con la llegada de Mao Tse-Tung. Fue, de hecho, en ese tiempo cuando preparó su primera novela, Viento del Este, viento del Oeste, que publicaría en Estados Unidos en 1930 gracias a la editora John Day. Fue, sin embargo La buena tierra (1931) la que le dio la fama, título en donde narraba el día a día de un pueblo chino de principios de siglo a través de la historia de Wang Lung, su protagonista, un hombre recto a quien vemos caer en desgracia y que hace lo posible por mantener sus creencias y tradiciones. Con ello Pearl retrató la China anterior a la guerra civil de 1927, esto es, la que ella había conocido en su juventud, y el resultado fascinó a las culturas occidentales. Luego, escribió una segunda parte, Hijos (1932), y finalmente una tercera, Un hogar dividido (1935), que corrieron igual éxito.

Pearl S. Buck y una de sus hijas adoptivas, Chieko Usaki Walsh, hacia 1962

No fue, sin embargo, un camino fácil para ella. Sobre todo desde el nacimiento en 1920 de su hija Carol, aquejada de una enfermedad que los médicos no supieron diagnosticar ni, mucho menos, curar. A ella y a sus cuidados dedicó la estremecedora La niña que nunca creció, en donde narró con fortaleza todas sus experiencias, sus tristezas y su lucha para lograr que su hija tuviera la mejor vida posible. En 1934, además, para centrarse en Carol y dejar el clima bélico chino, tomó la decisión de trasladarse, de forma definitiva, a Estados Unidos, en donde en 1935 –en el mismo día de su divorció de John- se casó con el editor Richard J. Walsh. Poco antes había salido de la Junta Presbiteriana de Misiones tras expresar abiertamente en un folleto lo inútil y frustrante que le parecía la evangelización en el territorio chino.

Su pasado, sin embargo, le hizo generar ciertas reticencias en algunos sectores de la sociedad norteamericana, de tal modo que en la década de los cincuenta, en pleno macarthismo, la administración estadounidense decidió ponerla bajo vigilancia tras catalogarla como comunista. Esto, a la par que en China se le calificaba como una difusora del imperialismo cuya obra debía remitirse al olvido. Sobre todo, después de retratar a los sectores necesitados del país, su misoginia y el infanticidio en cuentos como “The Chinese Children Next Door” (1942).

Todo lo dicho demuestra la condición de Pearl S. Buck de “extraña” en todo lugar. Algo que, por otra parte, no le impidió dedicar su vida a defender sus creencias. Desde su asentamiento definitivo en los Estados Unidos se convirtió en una activista de los derechos de la mujer y los desfavorecidos, dedicando su presencia y buena parte de sus libros a esta misión. Al término de su vida había escrito más de ochenta y cinco títulos de muy distinto género: relatos, obras de teatro, guiones cinematográficos, poesía, literatura para niños, biografías y por supuesto, novelas, muchas, vinculadas al mundo chino. Un conjunto de obras hoy curiosamente poco conocidas entre las nuevas generaciones, que merecen, junto a la intensa vida de Pearl, rescatarse.