Rudyard Kipling: épica, aventuras y colonialismo
Leer hoy día a Rudyard Kipling (1865-1936) puede resultar chocante. No en vano, sus libros son auténticas loas al colonialismo, el imperialismo británico, sus métodos y otras cuestiones hoy, como mínimo, políticamente incorrectas. Pero, igual, tiene obras que contienen pasajes inspiradores y bellos que han sabido sobrevivir a los distintos cambios sociales. Hoy, aniversario de su nacimiento, hablamos del hombre que en 1907 se convirtió en el escritor más joven en ganar el premio Nobel de Literatura.
Hay autores que hoy día resultan áridos de leer, no por su prosa, sino por lo impopular de las ideas que transmiten. La mayoría, como consecuencia de ello, se han visto apartados, aunque algunos resisten y siguen encontrando editores. Y de todos, pocos han logrado alcanzar el prestigio de de Rudyard Kipling. Y es que el autor de El libro de la selva, el escritor que en palabras de Fernando Savater “descubrió (o inventó) las maravillas de la India para una Europa fascinada”, sigue leyéndose, pese a que, es cierto, se le haya adaptado muchas veces para evitarle choques con la mirada actual. Su opinión a favor del imperialismo y el colonialismo; su empecinada defensa de lo británico –con razón o sin ella- frente a todo lo demás; su idea de superioridad total de su país frente a determinadas etnias o naciones, se muestran en sus textos de forma evidente. Sin que, por supuesto, llegara, como dicen algunos aludiendo a la esvástica que se incluía en sus libros, a ser un defensor del nazismo. Todo lo contrario: rechazó a Hitler y cuando vio a los nazis adoptar este símbolo, que había tomado porque para los hindúes representaba la buena suerte, decidió eliminarlo de sus publicaciones.
Kipling fue un hijo de su tiempo y de sus convicciones burguesas, un escritor notable que en 1907 se convirtió en el más joven en ganar el Nobel de Literatura. Nacido en Bombay el penúltimo día del año 1865, recibió una educación estrictamente británica, más aún, después de que a los seis años sus padres le enviaran a un hogar social en Inglaterra, llevándole a una infancia de soledad y abandono. Luego, en la adolescencia, decidió no cursar los estudios superiores y en octubre de 1882 regresó, con 16 años, a la ciudad donde había nacido para trabajar en un periódico local. Desde entonces se empapó del mundo que posteriormente retrató en sus novelas, viajando de país en país, inspirándose para crear obras clásicas como Kim, Gunga Din o El hombre que llegó a ser rey (y que décadas después el director John Huston popularizaría al pasarlo a la gran pantalla con Sean Connery y Michael Caine como protagonistas). Aunque su obra más conocida sigue siendo El libro de la selva, inspirada en los casos de los “niños salvajes” criados por lobos en la India de finales de siglo, y que de todas las que dejó es la que mejor logra encajar con la mentalidad actual por sus aspectos en torno a la ecología, la amistad y el ser humano.
Rudyard Kipling, su esposa Caroline Starr y sus dos hijos
Pero si Kipling ha logrado sobrevivir tanto tiempo es porque sus obras mantienen la capacidad de seguir emocionando. Basta comprobar cuán extendido está en las redes sociales su poema Si, en donde presenta estoicamente la capacidad del ser humano para afrontar hasta lo más adverso y que escribió pocos años después de la muerte de su primogénita (años después, durante las batallas de la Primera Guerra Mundial, moriría también su hijo). Así que, aunque es difícil estar de acuerdo con el desdén que muestra hacia algunos principios que hoy día a muchos nos resultan importantes (personalmente, algunos pasajes de El hombre que llegó a ser rey me producen enfado por su postura racial); su literatura resulta atractiva, con momentos bellos que siguen llamando la atención y con personajes que, pese a la celosía en la defensa de las reglas de su imperio, siguen ofreciendo ilusión y resiliencia.
Kipling, pues, fue el resultado de una época que no buscó contradecir, pese a sus críticas a las elites del país y sus peticiones en pro de medidas que mejoraran la vida de los indios, a quienes trató de forma directa en sus recorridos por el país. Leerle es encontrar, bajo nuestro prisma, constantes contradicciones, así como asomarse a una forma de observar el mundo que hoy, por suerte, ha cambiado. También, el mejor modo de entender el porqué de que a Kipling se le considerara uno de los escritores y poetas más importantes de su tiempo.