Especial 8 de marzo: 20 novelas de escritoras para recordar el día de la mujer
En el XIX las mujeres escritoras solían esconderse bajo un seudónimo masculino, conscientes de que, de ofrecer los títulos con sus verdaderos nombres, sus obras iban a vender mucho menos. A fin de cuentas, los libros de las novelistas se consideraban entonces, con excepciones, textos de segunda fila. Por eso Charlotte Brontë firmó su Jane Eyre con el nombre de Currer Bell; y sus hermanas Emily y Anne presentaron sus novelas como Ellis y Acton Bell. De hecho, era tan habitual que las escritoras prefirieran ocultar su identidad que autoras como Virginia Woolf se plantearon la posibilidad de que muchas obras anónimas tuvieran un origen femenino. Así lo expresó en Una habitación propia: “Me aventuraría a decir que Anon [anónimo], que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer”.
El XX, por fortuna, cambió todo esto, como demuestra el listado que hoy, aprovechando el día de la mujer, ofrecemos. Veinte grandes títulos de la literatura femenina que, pese a ser muy distintos entre sí, tiene algo en común: estar, para nosotros, entre las mejores obras de la literatura contemporánea.
1) Orgullo y prejuicio (1813), de Jane Austen
Es una de las primeras comedias románticas de la historia. Jane Austen creó con Orgullo y prejuicio una obra alegre, repleta de ironía y comicidad, en donde se presenta a unas mujeres que buscan construir su propio camino a pesar de los prejuicios de su tiempo. Mujeres que son sensibles y, a la par, fuertes emocionalmente, sobre todo, su protagonista, Elizabeth Benneth, que forma con su enamorado Fitzwilliam Darcy una de las parejas más atractivas de la historia de la literatura. La obra, además, fue innovadora en su técnica narrativa –con usos como la mezcla de la primera y la tercera personas-; así como por ser un buen ejemplo de resiliencia. De hecho, los médicos ingleses la recomendaban a los soldados durante la Primera Guerra Mundial.
2) Frankenstein (1818), de Mary Shelley
La obra que nació de una apuesta de Lord Byron y Percy B.Shelley: quién podría realizar un cuento de terror capaz de impactarles. Al final, quien la ganó fue la pareja de Percy, Mary Wollstonecraft, que construyó una historia tan aterradora como original. Se publicó en 1818 y en pocos años se convirtió en un mito moderno. Un relato que, además, resulta filosófico, y para algunos críticos, la primera historia que se hizo de ciencia ficción. Sea como sea, estamos ante una de las primeras novelas de gran éxito realizada por una mujer.
3) Jane Eyre (1847), de Charlotte Brontë
Desde su publicación Jane Eyre se convirtió en un éxito. A los lectores les fascinó esa historia de amor entre un hombre y una mujer que venían de mundos distintos. Y, sobre todo, les fascinó el personaje de Jane Eyre –claramente inspirado en la misma Brontë- que con sus contradicciones entre sus deseos de actuar y las convenciones que debía seguir en la conservadora Inglaterra victoriana, lograba una riqueza y una profundidad con la que muchos acababan identificándose. Además, la novela era un canto a la rebeldía. Una vía para luchar contra la injusticia y el maltrato; además de para expresar la necesidad que tenía Eyre de demostrar que las mujeres pudieran expresarse y desempeñar roles distintos a los que imponía la sociedad de su tiempo. Una de las grandes obras del siglo XIX.
4) Cumbres borrascosas (1847), de Emily Brontë
El gran clásico de Emily Brontë, todavía hoy es capaz de llamar la atención, máxime, si nos aproximamos a ella creyendo que estamos ante una novela romántica basada en la relación de Catherine y el atormentado Heathcliff. Cuando se publicó sorprendió por la historia de venganza, odio, pasiones y amores desesperados que contenía. Hoy día diríamos que narra lo que definiríamos con una relación tóxica. Un gran clásico que merece la pena leer y que Emily, consciente de que los títulos con nombre de mujer vendían menos, publicó con seudónimo masculino.
5) Mujercitas (1868), de Louisa May Alcott
La clásica obra de Louisa may Alcott es de esa que ofrecen mucho más de lo que a primera vista puede parecer. La autora resumió allí los conceptos que defendió a lo largo de su vida inspirado por su atípica infancia dentro de una familia ecologista, vegetariana, antiesclavista y defensora de los derechos de la mujer. Con Mujercitas Louisa May rompió sutilmente con muchas de las convenciones de su tiempo. Y aunque es verdad que algunas de sus cuestiones puedan chocar hoy, su importancia social fue innegable, al permitir que muchas jóvenes conociesen un modelo de mujer fuerte, creativa, piadosa con sus semejantes y deseosa de resolver todas las penurias.
6) La edad de la inocencia (1920), de Edith Wharton
La historia de Edith Warton apasionada retrata, de fondo, el conflicto entre dos mundos de la alta sociedad estadounidense: el de las viejas familias, con su poder tradicional, y el representando por los nuevos ricos. Una obra de personajes que se mueven en un entorno a simple vista superficial pero a los que Edith Warton dota de gran profundidad y tensión. También en esta obra cuestiona la autora el papel que la sociedad de su tiempo daba a su mujer. No en vano, su vida personal fue, desde luego, combativa en tales aspectos. Por este título, por cierto, ganó el Premio Pulitzer.
7) Las olas (1931), de Virginia Woolf
Seis monólogos interiores al compás de las olas de la playa en donde Virginia Woolf evoca la infancia y la adolescencia desde la postura de quien ya vive su madurez. Su original técnica y la inmensa belleza de la prosa convierten esta obra en una de las más importantes del siglo XX. Pocos títulos, de hecho, han profundizado tanto en las emociones, las reflexiones y las dudas como esta, y menos, con tal sentimiento. Algunas de sus novelas son, quizá, más sencillas de leer, pero esta es para nosotros su obra cumbre.
8) La buena tierra (1931), de Pearl S. Buck
La buena tierra es la obra que dio fama a Pearl S. Buck, y una de las principales causantes de que ganara pocos años después el Premio Nobel de Literatura. Aquí narraba el día a día de un pueblo chino de principios de siglo a través de la historia de Wang Lung, su protagonista, un hombre recto a quien vemos caer en desgracia y que hace lo posible por mantener sus creencias y tradiciones. Con ello Pearl retrató la China anterior a la guerra civil de 1927. La misma que había conocido en su juventud, cuando, junto a sus padres, estuvo en las zonas más pobres del país realizando labores de misionera.
9) El corazón es un cazador solitario (1940), de Carson McCullers
Carson McCullers escribió esta obra en 1940, con tan solo veintitrés años y, rápidamente, tras su publicación, pasó a ser una de las obras clásicas de la literatura de su país. En ella narra la historia de un grupo de personas de una ciudad del sur de los Estados Unidos durante la década de 1930 que tienen en común la soledad y el rechazo social. El mismo Graham Greene dijo de su autora: “Ella y quizá William Faulkner son, tras la muerte de D.H Lawrence, los únicos escritores con una sensibilidad poética original”. Pocas obras son capaces de movernos emocionalmente tanto como esta.
10) Nada (1945), de Carmen Laforet
Con esta gran novela Carmen Laforet ganó, a los 23 años, el Premio Nadal. Una obra madura y sorprendente que nos ofrece una biografía invisible de la propia Laforet (con episodios como la muerte de su madre a los 13 años de edad, la llegada de una madrastra que nunca quiso o el inicio de la guerra civil española, que tantas hambrunas y miserias provocó). Es una obra compleja, a veces muy dura, en donde el dolor y la crueldad atraviesan las historias de sus personajes, también, su protagonista, la pasiva e infeliz Andrea, que no logra hallar un modo de escapar de ese entorno en el que el idealismo choca con la existencia difícil y mediocre.
11) Enero (1958), de Sara Gallardo
Una obra breve, pero de intensas imágenes. Esta es la historia de la adolescente Nefer, que vive angustiada tras saber que ha quedado embarazada por una violación. Una joven que comprueba lo imposible que le resulta dar voz a la angustia. Y que trata de hjallar un refugio en la naturaleza ordenada del campo. Sara Gallardo la publicó con 27 años, en 1958. Fue su primera obra y allí ya demostró que su prosa iba a hacer de ella una de las más importantes autoras de las letras latinoamericanas.
12) Matar a un ruiseñor (1960), de Harper Lee
La historia de la causa de Tom Robinson, un hombre afroamericano acusado falsamente de violar a una mujer blanca, logró impactar completamente a la sociedad estadounidense. En gran parte, por ese gran personaje que fue su abogado defensor, Atticus. Con este título quedaron de manifiesto las injusticias que se vivían en al sur profundo de su país y ayudó a educar a varias generaciones de lectores contra el racismo. El libro ganó el Pulitzer en 1961, un año después de su publicación.
13) El cuaderno dorado (1962), de Doris Lessing
Esta es la historia de la escritora Anna Wolf, una madre divorciada que sufre un bloqueo creativo. Tratando de resolverlo, plasma sus vivencias y pensamientos en varios cuadernos, cada uno de ellos con una temática y un color propio. Así, y teniendo esta idea como base, Lessing reflexiona sobre el trabajo, las emociones, la ansiedad y su identidad, retratando muchas de las percepciones femeninas de su tiempo y profundizando en el hecho de ser mujer. La obra, además, es la principal causante de que Doris Lessing ganara en 2007 el Premio Nobel de Literatura.
14) Opus Nigrum (1968), de Marguerite Yourcenar
Una de las mejores novelas del siglo XX. La historia de Europa desde las vivencias de un médico y alquimista del siglo XVI llamado Zenón (inspirado en Leonardo da Vinci, Paracelso, Miguel Servet y Tommaso Campanella). Una forma de profundizar en el pasado y preguntarnos sobre nuestro presente, con una prosa tan cautivadora como única. Y todo, con esa capacidad, tan propia de esta autora, de profundizar más allá de los tópicos, dando a la novela histórica un barniz de calidad que no siempre ofrece. Yourcenar demostró con esta obra que era una de las grandes escritoras de su tiempo.
15) La mano izquierda de la oscuridad (1969), de Ursula K. Le Guin
Es notable como Ursula K. Le Guin utilizó la ciencia ficción para construir esta conmovedora historia de amor en donde reflexionaba sobre los asuntos de género. En 1969, cuando se publicó, supuso un desafío a las convenciones y sorprendió cómo utilizó sus mundos de fantasía para cuestionar buena parte de los aspectos de la sociedad del momento. Todavía hoy muchas de las ideas y planteamientos de la obra siguen generando reflexiones.
16) Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado (1969), de Maya Angelou
La primera de las novelas autobiográficas de Maya Angelou es –además de un temprano ejemplo de autoficción- uno de los títulos más intensos del siglo XX. En ella nos cuenta la autora su infancia y el miedo que sintió cuando, como niña afroamericana, descubrió las crueldades del mundo y todo lo que padeció por ello. De este modo denuncia la vida de la mayoría de la población negra del sur de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX, brindándonos, además, un emocionante alegato a favor de la igualdad racial.
17) La casa de los espíritus (1982), de Isabel Allende
La autora más internacional de las letras latinoamericanas escribió esta obra en 1981 en su exilio de Caracas. Al principio no recibió el visto bueno de las editoriales, pero luego esta historia, basada en la vida de la familia Trueba a lo largo de cuatro generaciones, se convirtió en un auténtico best seller. La obra permite representar bien los asuntos políticos y sociales del periodo poscolonial de Chile, aunque igual se inserte la obra dentro del realismo mágico. ¿Los temas? El amor, la familia, la muerte, los fantasmas, la política, las clases sociales y la magia. Todo, con una sensibilidad especial y una prosa viva y poética.
18) El cuento de la criada (1985), de Margaret Atwood
La canadiense Margaret Atwood publicó en 1985 esta distopía, hoy bien conocida por la serie que le dedicó la HBO, en donde los derechos de las mujeres quedan totalmente anulados tras instaurarse una sociedad dictatorial fundamentada en las creencias religiosas. Ahora bien, la novela es mucho más que una obra heredera del 1984 de Orwell: es también una profunda reflexión sobre el pasado y el presente de la mujer. Y todo, con originalidad y una atractiva prosa.
19) Persépolis (2000), de Marjane Satrapi
Persépolis, de Marjane Satrapi, demuestra cuán adulto puede resultar el género de las novelas gráficas y todo lo que puede transmitir. En la obra se nos narra la historia de la revolución islámica iraní desde la perspectiva de una niña. Así, esta observa los cambios en su país y comprueba lo qué significa crecer con las nuevas costumbres –entre ellas, la de llevar velo- y ese ambiente de guerra y represión. Una obra valiente, autobiográfica, que pese a ofrecer una realidad devastadora sabe mantener el sentido del humor.
20) La ridícula idea de no volver a verte (2013), de Rosa Montero
El diario de Marie Curie y las reflexiones que allí hizo sobre la muerte de su esposo inspiraron a Rosa Montero para profundizar sobre su propia viudedad. El resultado es un libro en donde se mezclan las remembranzas, los recuerdos personales, el análisis de nuestro tiempo, las biografías y las reflexiones de la autora en torno a las relaciones humanas y la vida. Al final, todo se une bajo una misma idea: qué es lo que queda tras el dolor y cómo podemos afrontarlo. También, todo lo que la literatura puede ofrecernos en el camino. Una de las obras más emocionantes de Montero.