'First Blood': cuando David Morrell creó a Rambo
A mediados de la década de 1960 el canadiense David Morrel era un joven recién licenciado que acababa de llegar a los Estados Unidos dispuesto a emprender su doctorado. Eran los años de la guerra de Vietnam, así que no hubo de pasar mucho tiempo para que conociera a algunos alumnos que la habían vivido y cuyos horrores le narraron, impresionándole tanto que, tomando sus casos y el del héroe de guerra Audie Murphy, víctima de un trastorno de estrés postraumático, decidió crear una historia sobre los resultados de la violencia en la mente. Y para ello construyó a un personaje cuyo apellido –nunca le dio nombre- tomó directamente de un tipo de manzana que trajo un día su mujer a casa: Rambo. Un hombre solitario que recorría los Estados Unidos y con quien Morrell quiso pintar explícitamente los recovecos más oscuros de lo humano. Así fue cómo nació First Blood (1972), su primera novela, destinada a ser uno de los grandes best sellers de la literatura norteamericana.
El vagabundo, como tema literario, había sido habitual en las obras del siglo XX, pero Morrell lo actualizó y le dio un nuevo sentido al presentarlo como un veterano de la guerra de Vietnam. Le hacía además encararse con las autoridades, provocando que Rambo pusiera en marcha en su propio país lo aprendido durante la guerra y dejara tras de sí un clima de violencia que culminaba con un final impactante y coherente con ese horror. Y aunque incluyó algo de crítica social y empatía hacía aquellos soldados que había conocido y se sentían a disgusto por la actitud de su país hacia ellos, nunca quiso hacerla explícita porque Morrell evitó hacer una obra política. Él prefirió otros aspectos porque quería construir un thriller original provisto de un ritmo frenético, circunstancia que, tras la publicación, le valió los elogios de la crítica, aunque se llevara algunas críticas por su extrema dureza. De hecho, su estructura y su ritmo fascinaron al joven Stephen King, quien tiempo después incluso empleó First Blood en sus clases de escritura creativa en la Universidad de Maine.
Visto el éxito, no es de extrañar que durante la década de los 70 varios productores pensaran llevar la novela a la pantalla. Sus proyectos, sin embargo, no salieron adelante hasta que la idea llegó a Sylvester Stallone, quien tras el éxito de Rocky, se había convertido en una de las nuevas estrellas más prometedoras de Hollywood. Él decidió tomar el proyecto personalmente y reescribirlo, eliminando las escenas más crudas del libro y dando a Rambo un sentido mucho más ético, pues, a diferencia del personaje original, solo ejercía la violencia en caso de necesidad. Lo pintó, además, taciturno y callado –en el libro, en cambio, tenía un peculiar sentido del humor-, eliminándole algunas de las escenas humillantes que sufría (por ejemplo, su registro corporal) y cambiando totalmente el final. Además, para justificarle mejor, hizo mucho más frío y duro a quien era su némesis en la obra, el sheriff Wilfred Teasle. De hecho, quien lea el libro tras ver la película se sorprenderá al hallar en este personaje a un servidor del orden que sufre por sus malas decisiones y trata de comportarse de forma justa. Por eso aquí el enfrentamiento con Rambo ofrece muchos más matices que en la película.
El éxito de la adaptación generó una franquicia en donde el personaje principal –ya con el nombre de “John”- cambió totalmente. Algo que, en principio, no molestó demasiado a Morrell, quien hasta se atrevió a novelar los guiones de las siguientes dos películas, viviéndose así uno de los casos más atípicos que se han visto en la relación de un autor con su obra, pues, como saben quienes leyeron el libro original, era imposible continuarla. Aún así, él siempre fue consciente de la importancia de estas adaptaciones para continuar con su carrera de escritor y poder acometer otros proyectos sin dejar su labor de profesor universitario y atendiendo a los problemas de salud de su hijo, quien fallecería en 1987.
David Morrell con sus libros (Fotografía: web de David Morrell)
Solo la última película de la saga –Last Blood, de 2019- le hizo abandonar esta postura, pues, tras verla, la calificó como un “desastre” y lamentó ver su nombre vinculado a ella, así como la evolución sufrida por Rambo. A fin de cuentas, seguía teniendo cariño a ese personaje que, pese a haber cambiado tanto desde su creación, ha logrado formar parte de la cultura popular de las últimas cuatro décadas.