jueves, 21 de noviembre de 2024 00:00h.

Siete poemas de Javier Salvago

(Paradas, Sevilla, 1950)

A los dieciocho años, coincidiendo con los movimientos surgidos en mayo del 68, abandonó la universidad. Debutó en la poesía con Canciones del amor amargo y otros poemas (1977), obra a la que siguieron La destrucción o el humor (1980), En la perfecta edad (1982), Variaciones y reincidencias (1985) y Volverlo a intentar (1989), que le permitió obtener gran reconocimiento, pues tras esta ganó el Premio de la Crítica de la poesía castellana. Además, obtuvo galardones como el Premio Rey Juan Carlos I de poesía o el Luis Cernuda.

Las necesidades económicas, sin embargo, le obligaron a buscar trabajo en otros medios. Así, estuvo en el Diario 16 de Andalucía y en el Diario de Sevilla, aunque la estabilidad le llegó como guionista de radio y televisión, sobre todo en los programas del conocido presentador y periodista Jesús Quintero. Esto, sin embargo, repercutió en su poesía. Como él mismo contó: “no hay nada más dañino para un escritor de fondo que dedicarse a un trabajo en el que tiene que escribir obligatoriamente todos los días para ganarse el pan”. Así, tras la aparición en 1996 de su Ulises no volvió a publicar un nuevo título hasta 2011, Nada importa nada. Tras este llegarían Una mala vida la tiene cualquiera (2014) y el libro que recopila todo su trabajo poético, Variaciones y reincidencias (2019), en el cual se incluye el inédito La vejez del poeta.

En los últimos años ha escrito también libros de memorias, como Memorias de un antihéroe (2007) y Purgatorio (2014), títulos en donde, además de sus vivencias, dio a conocer muchas de las claves internas del mundo de la radio y la televisión. Recientemente ha publicado su novela La matanza de Collejas (2021).

En cuanto su poesía, esta evoluciona de las temáticas más líricas y amorosas de sus inicios a textos de un carácter más reflexivo que muchas veces giran en torno al paso del tiempo.
Se le considera, pese a que él mismo contempla con ironía el término, un representante de la “poesía de la experiencia”, movimiento desarrollado durante los años 80 y 90 en la lírica española y que incluye a autores como Felipe Benítez Reyes, Vicente Gallego, Carlos Marzal o Luis García Montero. Entre sus rasgos, el hecho de buscar una poesía más directa y coloquial, con gran importancia de lo subjetivo.

Salvago, sin embargo, se ha reconocido más en la generación de los poetas que forman autores como Abelardo Linares, Juan Luis Panero, Fernando Ortiz, Eloy Sánchez Rosillo o Francisco Brines.

CANCIÓN DEL OLVIDO

El color de los ojos de aquel amor de niño.
El calor del primer beso, que no consigo
recordar, aunque sé que debió de haber sido
inolvidable. Tantos compañeros y amigos
de colegio o de farra, que un día fueron íntimos.
El latín. Tantos nombres de montañas y ríos.
Tantas duras lecciones. Tantos y tantos libros,
con pasión devorados, siempre abiertos, leídos
y olvidados, igual que olvidamos caminos,
propósitos, heridas, afectos y cariños,
paisajes y rostros que el tiempo ha diluido.

Cuando la vida pasa, son tantos los olvidos.

COMO SE QUIERE A UN GATO

Amar a las personas
como se quiere a un gato:
con su carácter y su independencia,
sin intentar domarlo,
sin intentar cambiarlo,
dejando que se acerque cuando quiera,
siendo feliz
con su felicidad.

DESDE QUE TE MARCHASTE NO CONSIGO QUE VUELVA...

Desde que te marchaste no consigo que vuelva
a reír el naranjo, en cuyas ramas
ponías a secar mínimas prendas.

Pálidas las paredes del salón, aún se acuerdan
de otras tardes, de ti, de otras mañanas,
de otras noches más allá de la regla.

Desde que te marchaste se ha quedado de piedra
esta casa de campo, donde fuimos,
sin pretenderlo, escándalo de viejas.

ESA CHICA

Había renunciado, como un muerto,
a la vida, al placer. Me limitaba
a resistir -como un superviviente
el día después- cuando llegaste tú.
No hubo ningún milagro, aunque tampoco
lo esperaba. En el cielo, las estrellas
siguieron alumbrando indiferentes,
ajenas a nosotros.
                                    Aquí abajo
nada cambió. El mundo siguió siendo
el infierno de siempre. Los diarios
siguieron vomitando corrupciones,
atentados, catástrofes... No puedo
ni siquiera decir que mejorase
mi opinión del amor. Por no cambiar,
no cambió ni mi suerte. -Soy el mismo
pertinaz perdedor.-
                                   La diferencia
es sólo que estás tú y que contigo
todo es más soportable. Hasta la vida
vuelve a ser un placer
cuando estamos a gusto.

LA LUCHA POR LA VIDA

Presiento que no soy el mejor yo
de todos los que quise ser y he sido.
He conocido otros más hermosos,
mejor amantes y mejor vividos.
-Todos, sin excepción, mucho más jóvenes,
prometedores y atractivos-.

No soy el mejor yo.
Pero, al menos, aguanto y sobrevivo.
Los demás, con sus sueños
-cansados, derrotados, aburridos-,
fueron cayendo
uno tras otro en el camino.

VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE MANUEL MACHADO

El médico me manda no escribir más. Al menos,
me pide que no ponga sobre la llaga el dedo,
que deje de arañarme por dentro como un gato
y, de escribir, que escriba con menos entusiasmo,
que me ande por las ramas –mejor, que fantasee
lo mismo que hacen otros–, que llene las paredes
de tapices, el suelo de mullidas alfombras
y dedique a Venecia y a Pisa algunas odas.
En suma, que no saque mis trapos a la calle
–si por trapos se entienden ciertas intimidades–
y que aprenda a ser pulcro, discreto y decadente
como algunos colegas bastante transigentes.
Total, para que el sueño me otorgue sus blanduras,
imitaré a la grey que aspira a ser oscura.
En un curso intensivo, me aprenderé los nombres
de cuantas telas haya y de todas las flores.
Celebraré los fastos, la gloria, la grandeza
de alguna corte antigua –mejor de ser siniestra–
y afinaré las cuerdas de mi rudo instrumento
para que en adelante suene a Renacimiento.
Si por alguna causa se me agotara el tema
siempre habrá alguna moda, liviana y pasajera,
algo que nos devuelva el sabor del pasado
o su olor, cuando menos, discretamente rancio.
Así que por la paz de un reposo perfecto
–con tal de que no deje testimonio del tiempo
que me tocó vivir–, todo vale. De acuerdo.

VARIACIONES SOBRE UN VIEJO TÓPICO

Los violines de Verlaine.
Los soñados caminos de la tarde, de don Antonio.
Un viejo olor a campo.
Un viejo olor a lápices y a cuadernos.
El cielo gris.
El viento entre los árboles.
La caricia de las primeras lluvias.
La tristeza sin causa.
La soledad sonora.
La noche, cada vez más oscura Y más larga.
Un cigarrillo que de pronto te sabe al primer cigarrillo.
Una antigua canción que te devuelve tus quince años.
Toda tu vida en imágenes, que acuden atropelladamente
                como una película mal montada...

Ha llegado el otoño.