sábado, 23 de noviembre de 2024 00:04h.

“El día en que murió la música”: el trágico accidente que acabó con las vidas de Buddy Holly, The Big Bopper y Ritchie Valens

Fue una suma de casualidades terribles: el cansancio de los músicos, las malas condiciones del autobús de la gira, un piloto inexperto y un informe errado. El accidente que acabó con la vida de Buddy Holly, Ritchie Valens y “The Big Bopper” el 3 de febrero de 1959 conmocionó a la sociedad estadounidense y llevó a que esa fecha fuera denominada como “el día que la música murió”.
Buddy Holly, The Big Bopper y Ritchie Valens
Buddy Holly, The Big Bopper y Ritchie Valens

Era el 2 de febrero de 1959 y los distintos músicos que formaban parte de la gira acababan de terminar sus conciertos en Clear Lake, a donde habían llegado tras recorrer 560 kilómetros desde Green Bay. En principio, no pensaban tocar en ese lugar pero, a última hora, el promotor lo había incluido. No era algo que les hubiera sorprendido: aquel “tour” lo iban planificando sobre la marcha y, desde el primer momento, habían visto que sus responsables no habían tenido en cuenta las grandes distancias del mapa norteamericano. Así, se había estipulado que en tan solo tres semanas, del 23 de enero al 15 de febrero, debían tocar en 24 ciudades, pero estas estaban tan alejadas entre sí que apenas tenían espacio para descansar entre concierto y concierto. Aún así, eran todos jóvenes y pensaban que podrían soportarlo. A fin de cuentas, era su trabajo y era el mejor modo de promocionar sus carreras y seguir viviendo de la música.  

Ese 2 de febrero, sin embargo, estaban especialmente cansados. En los escenarios empleaban toda su energía, moviendo a su público, que coreaba sus canciones con absoluta devoción, pero al terminar todo se sentían como auténticos parias que ni siquiera tenían tiempo para descansar. Es más, en esos once primeros días habían viajado en cinco autobuses distintos porque estos constantemente se averiaban. A menudo, incluso, se les estropeaba la calefacción y tenían que hacer lo posible para soportar las temperaturas de hasta 38 grados bajo cero de algunas zonas. Pocos días antes Bunch, el batería que empleaban, incluso había sufrido una congelación en sus pies que le había obligado a hospitalizarse.

Cansado de todo esto Buddy Holly, el más conocido de esos músicos, decidió alquilar un avión que le llevara a Moorhead (Minnesota) y ganar así algunas horas para reposar. El clima no parecía favorable, pero como le dijeron que era posible viajar, se animó a ello. Las otras dos plazas del pequeño avión fueron para Ritchie Valens (tras echarlo a suertes con Tommy Allsup, quien tuvo la fortuna de perder) y “The Big Bopper”, pues aunque Buddy la había reservado para su músico Waylon Jennings, este decidió cederla porque su compañero estaba enfermo con gripe. Algo que propició una conversación tan premonitoria como terrible, pues, al descubrir ese cambio, Buddy dijo a Jennings en tono de broma: “¡Espero que vuestro viejo autobús se congele!”. A lo que este contestaría: “¡Yo espero que vuestro avión se estrelle!”. Una frase que, como muchas veces confesó, le persiguió y entristeció el resto de su vida.

Tras la despedida, los tres hombres saludaron al piloto, un joven de 21 años llamado Roger Peterson, sin saber que este no estaba cualificado para pilotar bajo esas condiciones, pues solo había aprobado su examen escrito. Un cúmulo de hechos fatídicos al que se sumó otro más: cuando Roger pidió un informe de la situación del clima, le señalaron una situación mucho menos adversa de la real. Así que se confió.

Una imagen del estado en que quedó el avión 

El avión despegó. Y enseguida los ocupantes empezaron a notar los primeros problemas: pocos minutos después se estrellaba sobre un campo de maíz sin dejar supervivientes. Buddy tenía 22 años, “The Big Bopper” 28, y Ritchie, pese a que ya se había hecho famoso con su versión de “La bamba”, únicamente 17.

Al día siguiente el país despertó conmocionado por la noticia. Aquellos jóvenes simbolizaban la nueva generación y su nueva música, el rock and roll, y su muerte suponía un golpe en la conciencia colectiva. Habían, además, innovado aquel estilo, sobre todo Buddy Holly, que había tenido tiempo de publicar una serie de canciones que habían explorado vías totalmente novedosas para el rock.

Su desaparición, de hecho, marcó a numerosas bandas fundamentales de las décadas siguientes, entre ellas The Beatles y The Rolling Stones. Además de, por supuesto, a solistas como Don McLean, quien bautizó ese 3 de febrero de 1959 en su conocida canción “American Pie” como “el día en que murió la música”. Así lo mencionaba:

“Hace mucho, mucho tiempo
Todavía puedo recordar
Cómo esa música solía hacerme sonreír
Y sabía que si tenía mi oportunidad
Que podría hacer bailar a esa gente
Y, tal vez, estarían felices por un tiempo

Pero febrero me hizo temblar
Con cada papel que entregaría
Malas noticias en la puerta
No podía dar un paso más

No recuerdo si lloré
Cuando leí sobre su novia viuda
Pero algo me tocó profundamente en el interior
El día en que murió la música”.

Las últimas frases las dedicó a la joven viuda de Buddy Holly, quien en aquel momento estaba embarazada. Nunca se atrevería a visitar la tumba de su esposo.