martes, 03 de diciembre de 2024 00:01h.

La sorprendente historia de Lambert Simnel, el niño que se hizo pasar por el rey de Inglaterra y llegó a ser coronado

El 24 mayo de 1487 fue coronado en Dublín un niño de diez años que afirmaba ser Eduardo Plantagenet, el legítimo heredero del trono de Inglaterra. Fue el inicio de una serie de acontecimientos que culminarían con la batalla de Stoke Field, en donde se enfrentaron el ejército de Enrique VII y el organizado por los seguidores del rey niño. Esta es la historia de Lambert Simnel, el falso monarca de Inglaterra.

Mural del ayuntamiento de Dublín representando a Lambert Simnel y sus seguidores
Mural del ayuntamiento de Dublín representando a Lambert Simnel y sus seguidores

No se sabe con seguridad cuál era su nombre real, aunque en la mayoría de los documentos se le mencione como Lambert Simnel. Tampoco conocemos nada de sus primeros años, sus orígenes –seguramente, humildes- o el oficio que estaba aprendiendo, pero sí que en 1485 se convirtió en el centro de una conjura urdida para usurpar el trono al rey de Inglaterra, Enrique VII, y ubicarle a él en su lugar.

Entonces hacía treinta años que el reino sufría la famosa Guerra de las Dos Rosas entre la Casa de Lancaster y la Casa de York para hacerse con la corona. Un periodo que, sin embargo, había conocido algunos momentos de paz, sobre todo a la llegada de Eduardo IV. Sin embargo, la muerte de este último en 1483 lo cambió todo, pues las facciones contrarias a su dinastía aprovecharon la oportunidad y detuvieron a sus dos hijos, los legítimos herederos del trono, y los encerraron en la Torre de Londres, proclamando a continuación a Ricardo III como monarca. Ahora bien, este tampoco gozó mucho de su posición, pues en 1485 falleció al enfrentarse a las tropas de Enrique Tudor, quien desde ese momento pasó a ser su sucesor bajo el nombre de Enrique VII.


Catedral de Christ Church de Dublín (1830)

Fue entonces cuando entró en el peligroso juego el joven Lambert Simnel, a quien poco atrás un sacerdote llamado Roger Simon –en otras fuentes se le menciona también como Richard Symonds- había acogido y educado como si fuera de ascendencia noble, enseñándole modales y costumbres de la Corte, y a hablar correctamente para pasar desapercibido entre los altos estamentos. ¿Su objetivo? Quería hacer creer que ese niño era uno de los hijos de Eduardo IV, a quienes ya todos daban entonces como fallecidos, pues habían desaparecido al poco de ser llevados a la Torre de Londres. Ahora bien, cuando Simon se enteró de que Eduardo Plantagenet, el Conde de Warwick, también con derechos sucesorios, había fallecido a la edad que tenía Lambert, decidió aprovechar la situación y hacerlo pasar por él.

Imagen publicada en 1910 retratando a Lambert entre sus seguidores irlandeses

A partir de entonces el religioso inició una serie de maniobras para atraer a las distintas facciones contrarias a Enrique Tudor y convencerles de que aquel niño era el legítimo heredero. De este modo, fue recabando apoyos entre los Yorkistas, con tal éxito que el 24 de mayo de 1487 Lambert Simnel fue coronado en la Catedral de Christ Church de Dublín como Eduardo VI y anunciado como el legítimo rey de Inglaterra.

Tras esto los partidarios de uno y otro monarca se prepararon para combatir en la que iba a ser la última batalla de la Guerra de las Dos Rosas, la de Stoke Field. Cada uno reunió su propio ejército y el 16 de junio de 1487 se enfrentaron en un sangriento encuentro que se saldó con la derrota absoluta de los Yorkistas y la muerte de la mayoría de los opositores a Enrique VII (algunos, en pleno campo de batalla). Simon, por su parte, logró salvar su vida por su condición de religioso y fue condenado únicamente a cadena perpetua.


Representación de la batalla de Stoke Field

En cuanto a Lambert, el rey decidió perdonarle la vida tras considerar que, por su edad, no tenía la culpa de lo sucedido, y hasta le dio trabajo en la cocina real como asador. Fallecería en 1525, en fechas en que gobernaba Enrique VIII, la casa Tudor se había consolidado en el reino e Inglaterra estaba a punto de iniciar uno de los periodos más importantes de su historia.