Siete poemas de Octavio Paz
(Ciudad de México, 31 de marzo de 1914 – Ciudad de México, 19 de abril de 1998)
Octavio Irineo Paz Lozano nació en plena Revolución mexicana. Inició su educación en los Estados Unidos, adonde su padre, Octavio Paz Solórzano, había ido como representante de Emiliano Zapata. En su juventud, que vivió en México, se vinculó con el movimiento libertario y el izquierdismo, convirtiéndose con tan solo quince años en activista de la Unión de Estudiantes Pro Obreros y Campesinos.
Fue en esos años cuando profundizó en su amor por la poesía, sobre todo, tras la lectura de The Waste Land de T.S. Eliot, que le impresionó. Comenzó, además, a publicar distintos artículos en torno al arte, la poesía y el compromiso social, y hasta llegó a ser uno de los creadores de la revista Barandal. En 1933 apareció su primer poemario, Luna Silvestre. Sin embargo, los tintes románticos de esta obra disgustaron a algunos poetas, entre ellos, el mismo Rafael Alberti, quien un año después vino a México para impartir una serie de conferencias y coincidió con Octavio. Así, el español, al conocer s obra, elogió su deseo de transformar el lenguaje y ser así un poeta revolucionario en sus formas, pero le pidió que fuera también revolucionario en sus temas. Así hizo en su siguiente trabajo, ¡No pasarán! (1936), que aludía a la Guerra civil española.
Aún así, no rechazó la poesía intimista. En enero de 1937 publicó Raíz del Hombre, de la que algunos de sus compañeros dijeron lo mismo que Alberti. Algo que influyó en el deseo de Octavio de apartarse de todo: abandono sus estudios de Derecho y partió a Mérida (Yucatán) para formar parte de una escuela secundaria para hijos de trabajadores. Por supuesto, eso no le evitó seguir escribiendo y ayudar a poner en marcha un Comité Pro-Democracia Española. Además, ese año acudió a España –junto a su reciente esposa, Elena Garro- a formar parte del II Congreso Internacional de Escritores para la defensa de la Cultura en España, en donde conoció a los autores de la generación del 27, además de a sus admirados Pablo Neruda y César Vallejo. Su estancia en España se prolongó un tiempo e incluso llegó a combatir con las armas en apoyo del gobierno republicano.
La desilusión por lo sucedido con los compañeros del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) le apartó un tanto de estas ideas (en 1951, por ejemplo, denunció a Stalin y los campos de concentración soviéticos). En 1943 obtuvo una Beca Guggenheim para estudiar en la Universidad de California y dos años después se convirtió en diplomático mexicano y se instaló en Francia. Luego, desde 1951, residió en India y Japón. Entretanto, se divorció de su esposa –con la que tuvo una hija, Laura Helena- y publicó Libertad bajo palabra (1949) y ¿Águila o sol? (1951), además del primero de sus muchos ensayos, El laberinto de la soledad (1950), dedicado a la identidad mexicana.
Hacia 1954 regresó a México, ayudando a la fundación de la Revista Mexicana de Literatura y participando en otras publicaciones periódicas. En 1959 regresó a París y en 1962 a la India. También se casó en estos años con su segunda esposa, la francesa Marie-José Tramini, y publicó Semillas para un himno (1954), Piedra de sol (1957), La estación violenta (1958), Salamandra (1958-1961) (1962), Viento entero (1965) y Discos visuales (1968). Además, publicó ensayos como El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957), Cuadrivio (1965) o Puertas al campo (1966).
Después de que en 1968 tuviera lugar la masacre de Tlatelolco decidió renunciar en protesta a su cargo de embajador. A partir de entonces trabajó como profesor de varias universidades de Estados Unidos y fue acercándose al liberalismo. Entretanto, publicó libros de poesía como Topoemas (1971), Pasado en claro (1975), Vuelta (1976), Hijos del aire (1979) o Árbol adentro (1987); además de ensayos como Marcel Duchamp (1968), Conjunciones y disyunciones (1969), Posdata (1970), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), Tiempo nublado (1983), Convergencias (1991), La llama doble (1993) y Vislumbres de la India (1991).
En 1990 fue galardonado con el prestigioso Premio Nobel de Literatura, que vino a sumarse a su largo listado de distinciones (entre ellas, en 1981, el Premio Cervantes). Moriría en 1998, con 84 años, en Ciudad de México.
La poesía de Octavio Paz se puede definir con dos palabras: experimentación e inconformismo. Fue una personalidad siempre atenta a los cambios y a los nuevos movimientos de la poesía, por lo que resulta muy difícil de clasificar (pasó del neomodernismo al existencialismo, tomando luego rasgos del surrealismo). De lo que no hay duda es de su gran lirismo y de las bellas imágenes que ofrece en versos.
También varió en temáticas. En sus inicios se interesó por cuestiones sociales y luego pasó a asuntos de tinte existencial como la incomunicación y la soledad. Además, es autor de los “topoemas”, poemas intelectuales que buscan huir del tiempo y que resultan opuestos a los típicos poemas discursivos.
BAJO TU CLARA SOMBRA
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena....
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.
DECIR: HACER
A Roman Jakobson
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.
DESTINO DE POETA
¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.
También la luz en sí misma se pierde.
DOS CUERPOS
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
LA CALLE
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.
SILENCIO
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.
TUS OJOS
Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.